viernes, 16 de noviembre de 2012

TARDE Y MAL



La peor forma de injusticia es la justicia simulada. Platón

Tras la enorme alarma social provocada por la inacabable serie de desahucios y los suicidios que estos han provocado, pareció que el gobierno y la clase política se ponían en marcha para buscar soluciones a un drama que tiene características de epidemia.

Las expectativas fueron enormes. Creímos que por primera vez en mucho tiempo,  todas las opciones políticas olvidaban sus diferencias frente a una verdadera emergencia nacional. Nada más lejos de la realidad…

De entrada, en la cocina del poder , tan solo se ha reconocido a dos protagonistas (PP y PSOE). El resto de actores implicados en la lucha contra el desahucio, no han tenido espacio en la mesa de trabajo sobre la que se debía plasmar un plan de actuación urgente. En resumen, a causa de la presión social, el Gobierno ha establecido limitación a los desahucios pero de forma totalmente insuficiente.

No se han marcado grandes cambios legales, tan solo se ha establecido de forma eufemística que se frenarán los desahucios “de las personas en situaciones especialmente difíciles”. Eso ya lo establecía  el rácano código de buenas prácticas de la banca y de todos es conocida su ineficacia.

El código dejaba fuera a casi todo el mundo ya que para su aplicación requería que “todos los miembros de la familia no tengan trabajo, ingresos de otras actividades económicas u otros bienes con los que hacer frente a la deuda”. Evidentemente casi todo el mundo quedaba fuera. El gobierno del Partido Popular aprueba ahora una moratoria para frenar los desahucios de dos años, pero no está claro a cuantos afectados beneficiará.  De hecho, los requerimientos a los deudores son un galimatías, a saber: La renta de “toda” la unidad familiar deberá ser inferior a 19.200 €. Además que sean familias numerosas, o que tengan dos hijos a su cargo en familias mono-parentales, o tener un menor de tres años en la vivienda, o un discapacitado o un enfermo grave. También que los afectados sean parados, pero no todos, tan solo aquellos que hayan agotado la prestación por desempleo.

Demasiadas salvedades, demasiadas…

Por encima de mandangas legalistas, el problema es tan extremo que requería soluciones reales y rápidas. No van a aportarlas. De hecho, el Gobierno del Estado sigue buscando un equilibrio imposible. Por un lado se ve obligado a responder socialmente pero por otra parte las presiones de la banca y de los mercados le marcan su incapacidad real de gobernar. No debemos olvidar que una reforma a fondo de la Ley Hipotecaria caería como un jarro de agua fría en una Europa que va a entregar a los bancos españoles 40.000 millones de euros.

Miren ustedes, la dación en pago (común en otros muchos países) debería ser el objetivo de una reforma hipotecaria, pero no debemos olvidar que sobre los créditos hipotecarios el sistema financiero español basa otras deudas y sin duda la estabilidad de los bancos. Por lo tanto, el objetivo seguirá siendo que los ciudadanos sigan endeudados y cumpliendo contratos con el diablo…

Las medidas propuestas por el Gobierno Rajoy son a todas luces un parche insuficiente que beneficiará a muy pocos. Se trata de un ligero maquillaje que irá poco más allá de impedir intereses de demora, acotar a los subasteros o limitar el riesgo a la hora de conceder créditos hipotecarios.

La realidad es que las medidas aprobadas paralizan la expulsión de la vivienda pero se pierde la titularidad de la misma y la deuda sigue pendiente. El Ministerio de Economía ha dejado muy claro que “cualquier tratamiento o cambio se ha de aplicar en el momento actual y no afectará a quienes ya han sufrido el desalojo”. De retroactividad nada de nada.

Mientras, en el mundo real, siguen ejecutándose veinte  desahucios al día y parece que quienes pueden cambiar las cosas hacen suya la opinión de la insigne Andrea Fabra. Sin atreverse a levantar la voz piensan; “¡que se jodan!”…

POLITICA ES MORAL

No hay comentarios:

Publicar un comentario